Por Silvia Uribe.
Cuando callamos, nuestra mente vuela,
nuestras ideas se expanden,
nuestros ojos cuchichean
lo que la boca no osa decir;
eso que intriga, que muerde o que mata,
a veces, lo que ninguno desea oir.
Cuando callamos, el sonido puro
del pensamiento no se interrumpe.
La voz tenue del alma sigue alli
y es como si guaradáramos un tesoro
que a nadie le quisiéramos descubrir.
Los pensamientos se esfuman con tan poco
y el silencio es tan efectiva proteccion,
que si lo rompemos primero
el pensamiento vuela y se escapa
de la mano de otro pensamiento seductor
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